viernes, 25 de julio de 2008

La diferencia entre el secreto y el silencio abundante.

No quería creerlo, pero sucedió.
Sucedió aquella noche intrigante, extraña.

No podía desvanecerlo, pero seguía la duda.
La duda aquella de la fuerza, como inercia.

De pronto, todo me llevo a ese lugar, como el viento fluye a la misma dirección. (El poder de la carga negativa atrayendo al elemento mas positivo, sin dudar).

No acostumbraba hacerlo, mucho menos en un horario elevado, eminente.
Ya estaba ahí, y no lo pude soportar.

Lo más parecido a una mezcla homogénia de miedo, cobardía, impotencia y resignación. Eso era. DESESPERACIÓN. Cómo dejar a una paloma mensajera agonizando en una jaula sin salida.

Mi hipófisis en la cima de explosión y la sangre transitaba a mil en mi cabeza, sin dejar de pensar; deja tú, de cuestionarme, una, otra, otra y otra vez.

Ya eran las 4:00 de la mañana, el ambiente era frío pero mis pensamientos lo eran más, sumergían la temperatura, ahogándola.

Entre una y cien preguntas, daba vueltas volcándome en el colchón y enredándome en las sábanas rosadas. La incandescencia se hacía notar, retachando el inolvidable resplandor del 28 de diciembre.

Aquel sonido lejano de una sirena perdida, se aproximaba rebotando en mis oídos, como un movimiento interminable queriendo convertirse en un laberinto en mi sentido.

Despierta! DESPIERTA !
Y en un abrir y cerrar de ojos, la ambulancia invadía mi territorio.




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